martes, 21 de julio de 2009

Those were the days

No sé por qué extraño motivo me vino hace poco esta canción a la memoria. Bueno, a lo mejor sí que lo sé. Buscaba una canción que recordara nuestros años de loca joventud. Y creo que no hay otra mejor que ésta para poder hacerlo. Fueron innumerables las veces que de pequeño la escuché en español con la voz de Matt Monroe. Ahora, al encontrármela en ese invento perverso pero a la vez maravilloso que es el youtube me quedo, de entre las numerosas versiones, con la de Mary Hopkin: "Those were the days".

Original, original, la de los Leningrad Cowboys; pero sin duda, la auténtica, la que, a pesar de mi nefasto inglés, me ha hecho recordar tantas cosas, la del vídeo que enlazo abajo subtitulado.

Quién sabe, a lo mejor un día oigo:

Those were the days my friend
We thought they'd never end
We'd sing and dance forever and a day
We'd live the life we choose
We'd fight and never lose
For we were young and sure to have our way

(...)

Through the door there came familiar laughter
I saw your face and heard you call my name
Oh my friend we're older but no wiser
For in our hearts the dreams are still the same




lunes, 1 de junio de 2009

Dibujos animados

Yo podría ser Bugs Bunny por mis dientes,
tú eres algo como Dumbo en femenino.
Personajes de dibujos como gentes,
animadas por la vara de algún brujo.
 Shostakovich nos dejó bandas sonoras,
un tratado de los ritmos y las claves.
Me persigues por el canto de una viola,
yo me escondo en el tam tam de los timbales.
 Mi luz, mi corazón, mi pajarita, mi creyón,
por verte fui dejando siluetas en las puertas.
Mi luz, mi corazón, mi tinta china por amor,
le pido al dibujante que me lleve en un cometa.
Hoy te he visto discutiendo con Bart Simpsom,
si es un hombre un animal el pato Lucas.
Realmente yo no sé cuando te he visto,
si eras sólo una ilusión del que dibuja.
 Mi luz, mi corazón, mi pajarita, mi creyón,
por verte fui dejando siluetas en las puertas.
Mi luz, mi corazón, mi tinta china por amor,
le pido al dibujante que me lleve en un cometa.
 Me aplastó el crujir de una locomotora.
Me quedé como una línea en el espacio.
Me barriste sin querer con una escoba.
Me salvaste con un beso y un abrazo.
 Mi luz, mi corazón, mi pajarita, mi creyón,
por verte fui dejando siluetas en las puertas.
Mi luz, mi corazón, mi tinta china por amor,
le pido al dibujante que me lleve en un cometa.
Mi luz, mi corazón, mi pajarita, mi creyón,
por verte fui dejando siluetas en las puertas.
Mi luz, mi corazón, mi tinta china por amor,
le pido al dibujante que me lleve en un cometa.


 

viernes, 29 de mayo de 2009

Swing Time



Si vuelvo a lo etéreo, tras el anterior post justificativo, tengo que decir que mi encuentro con ella en el crepúsculo del 2007, ratificó lo que ya me imaginaba, aunque por aquello de la poesía no lo quisiera ver con anterioridad.

La "Juventud" estaba ya posicionada desde hacía tiempo con un carricoche entre sus manos y otra niña preciosa de cuatro años por ahí jugando, con una vida estable e incluso aburguesada como la mía, pues se me presentó con todo aquello que yo quise un día para mí y que nunca pensé que ella fuera capaz de encarnar.

Otrora representaba un diferente modelo de ver la cosas de la vida, o al menos eso me parecía a mí.

Comprendo que en medio año no se puede catalogar a alguien, pero en ese lapso de tiempo la clasifiqué, lo más seguro equivocadamente, como mucho más aventurera y revolucionaria que yo. Y eso era, en definitiva, lo que me atrajo de ella. Sé que la burguesía y yo somos un ente entrelazado desde que nací, pero por eso mismo, como la veía como un escape a otra vida posible a la que la razón nunca se quiso realmente subir, la tenía en otras alturas.

Ay, la razón: por una vez que me latió el corazón y no la cabeza, voy y me asusto.

El "Swing Time" de Fred Astaire y Ginger Roger me ha inspirado por su baile acompasado, elegante, feliz, casi perfecto. Dos estrellas encantadoras moviéndose por la pista como si levitaran, pero sin ni siquiera un instante para una mirada de ternura entre los dos. Es la metáfora de nuestra historia: unas vidas paralelas, acompasadas pero distantes, felices, pero sin una oportunidad para que se crucen durante este ajetreado baile al que algunos llaman vida.

martes, 19 de mayo de 2009

Paloma




"...No te preocupes Paloma
no hay pájaros en el nido
dos ilusiones se irán a volar
pero otras dos han venido..."



La singladura del tiempo te hace cada día más pragmático y cuando miras hacia atrás por el retrovisor de la vida corroboras que los pasos dados, equivocados o no, han sido tuyos, por lo que uno no puede más que sentirse satisfecho por lo que ha conseguido...

Por eso, soy un hombre feliz y enamorado como el primer día de la innegable, de la que duerme todas las noches en mi cama, de la que comparte conmigo los inescrutables entresijos de la vida, por mucho que el día a día te lleve a veces a los mismísimos límites del odio y que a uno le dé por el desahogo de la melancolía y la escritura.

miércoles, 29 de abril de 2009

Moon River

"En este tiempo, en el que escribir se ha convertido en algo anacrónico y pasado de moda, se hace raro que alguien vestido con la etiqueta de la honradez y la dulzura se pueda dirigir a ti para dedicarte un susurro de existencia, unas letras escritas desde el corazón por el simple hecho de haberte conocido.

Cuando recibes la misiva es normal que te surja la duda de las intenciones de quién ha estado al otro lado del folio y te imaginas que quiere algo más que saludarte. Pero no todo el mundo es igual. Los hay que tan solo se acercan temerosos para ver si ha habido muchos cambios en la vida, para saber si la felicidad que te acompañaba te sigue sonriendo y para decirte que quién te escribe se encuentra en uno de los mejores momentos de su existencia.

Se hace desde el más fino anonimato para no ser reconocido, ya que, quizá, no se entendería el porqué de este acercamiento. Es la cobardía de lo desconocido, algo que a uno siempre le ha ido acompañando, el pánico a que se produzcan malentendidos, el miedo al cambio de todo aquello que has ido forjando para ser feliz por un simple saludo.

Mi fuero interno, por otro lado, está deseando que un halo de luz te ilumine para que desde la distancia esboces una sonrisa cómplice al reconocerme. Seguro que entonces comprenderías bien mis intenciones que no son más que las de hacerte ver que en el mundo hay quien te recuerda con cariño. El escribir es como un grito a los cuatro vientos, aunque el silencio sea lo único que se escapa de tu boca. Por eso, si me reconocieras, no digas nada y guárdatelo para ti. El regalo de un guiño escrito sería mi auténtico consuelo."

viernes, 17 de abril de 2009

Something stupid

Con la alegoría de la "Juventud" terminé la carta para no pronunciar su nombre. Se la escribí al amigo, a ese que conoce mejor que tú todas tus aflicciones.

La clandestinidad me sumía en una desconfianza continua y me proporcionaba un miedo atroz a ser descubierto. Me tenía atenazado. Quería gritarlo y enseñárselo, además de a mi confidente, a todo aquel que tuviera la capacidad justa para comprender que todavía no había perdido el norte.

Para mí era un juego interior, un escribir por escribir que no afectaba de ninguna manera a mi estabilidad emocional. Era una satisfacción personal, algo propio para consumo interno, aunque supiera que llegaría el momento que no sería capaz de guardarlo eternamente.

Vacilaba entre una cosa y otra cuando me acordé de otro escrito. Uno que realicé en otro momento posterior de efervescencia. Este se quedó en el tintero del correo electrónico y nunca le fue lanzado. Tanto silencio por su parte multiplicaba mi creatividad y me daba juego para seguir escribiendo tonterías. Comenzaba así:

"En este tiempo, en el que escribir se ha convertido en algo anacrónico y pasado de moda, se hace raro que alguien vestido con la etiqueta de la honradez y la dulzura se pueda dirigir a ti para dedicarte un susurro de existencia, unas letras escritas desde el corazón por el simple hecho de haberte conocido..."


martes, 7 de abril de 2009

El Perdón


Había pasado un año y tres meses desde la última vez que la ví. Sí, ¡un año y tres meses tras el encuentro fugaz del último día del año 2007! Anoche me la volví a encontrar, pero en la distancia. Nos separaban varias filas de sillas y el Cristo del Perdón que procesionaba con su andar típico que tan sólo los estantes huertanos de aquí le saben dar. No podía haber elegido el destino mejor imagen para alegorizar nuestro encuentro: pasó ante sus ojos lo que le hubiera querido pedir hace mucho tiempo. Espero que ya lo haya hecho y que de su recuerdo se haya borrado aquel final ingrato que nunca le debí dar.

Me vió como yo a ella, pero ella siguió en sus cosas como yo con las mías. El saludo no se produjo, sin saber todavía si fue por su culpa o por la mía. La sensación fue de lo más desagradable, ya que, como he comentando en este blog hecho para mí y mis circustancias, no todos los días tengo la suerte de verla y, claro, estar frenta a ella en la distancia y de soslayo más de media hora llega al punto de la agonía. Estaba radiante, guapísima, como si no hubieran pasado quince años desde aquella tarde que nos fuimos al Teatro Romea y le acaricié por primera vez la mano.

"Beyond the sea", la canción que un día soñé, fue sustituida por la marcha pasionaria "La Saeta", esa adaptación que las bandas de música han hecho de la canción de Serrat y que tan de moda se ha puesto últimamente en nuestras cofradías. Al escucharla no pude más que acordarme de aquel párrafo del pregón de la Semana Santa de Sevilla del 2001, cuando Carlos Herrera le decía a la ciudad del Guadalquivir:

"Creí, al verte, que el nuestro estaba condenado a ser eternamente un amor de perfil, porque no me sentía con fuerzas de aguantarte la mirada, ese dulce tiroteo de tus ojos. Sólo tenía una vergüenza apocada y un viento que me la esparcía por toda el alma. ¡Hubiera querido decirte tantas cosas!..."



martes, 24 de marzo de 2009

Somewhere over the rainbow

El recuerdo, a unos pocos días tan sólo de la aparición, lo guardo en blanco y negro. Más bien en el típico color sepia de los retratos que han sido difuminados por el corretear de los años. Sé que ha pasado a formar parte del relicario de mis imágenes perdidas. Por eso, no tendré más remedio que ponerle una leyenda impresa con su nombre propio tras mi encuentro fugaz en esa tarde fría de invierno. Allá, en la parte de abajo:

Se llamaba "Juventud" y un día viví con ella....





martes, 10 de marzo de 2009

Dream a little Dream of me

"El otro día te vi en sueños. Te ví contenta y con la vida resuelta. No sabes como me alegré al reconocerte y de que la fortuna te acompañara como lo hace conmigo.

No se por qué hay veces en los que el miedo se apodera de mi futuro y mezcla el presente con el pasado y el pasado con el futuro. Los sueños, que son así de traicioneros. Te ví sonreír y se me iluminó la cara que yacía en la almohada con los ojos cerrados. El despertar no fue diferente, y, radiante ante nuestro encuentro en la distancia de lo onírico, me dispuse a darme una ducha bien fría. Me senté en la terraza solitaria mientras amanecía. La luna llena se resistía a perder la batalla frente al sol anaranjado de las mañanas estivales. Pensé en el sueño mientras saboreaba el primer cigarrillo de la mañana y esbocé una media sonrisa espontánea que delataba mi felicidad al haberte intuido: con una imagen tuya se difuminaron todos mis miedos a no poder conseguirlo. Te ví feliz y no te imaginas lo que me alegré por ello.

Y tras unos segundos con la mirada perdida que se hicieron eternos, una lágrima perdida empezó a correr por mi mejilla. Quizá fuera por el humo del tabaco, o por esos restos de jabón que siempre se resisten en los ojos. No entendía por qué se incrementaba el ritmo de mis latidos. Entonces me acordé que en el sueño no me saludastes como esas ilusiones etéreas, que de vez en cuando me acompañan, me habían hecho creer que lo harías durante todo este tiempo. Simplemente ni me mirastes porque sonreías en otra dirección. No pudiste verme y mi saludo no alcanzaba a salir de mi boca: sí, como en esos sueños en los que gritas y el sonido que se te escapa tan solo llega a producir silencio... Ya no sabría si me habías perdonado y si guardabas con ternura los recuerdos del pasado."


-"Son estas cosas, me dije, las que hacen que cada día me acuerde más de ella... Si tan solo fuera capaz de susurrarme al oído que de vez en cuando también se acuerda de mí y que lo hace con cariño... Con eso bastaría y podría dormir tranquilo."





viernes, 6 de marzo de 2009

Algo para recordar

No ha mucho tiempo, más concretamente cuando se acercaban los idus de marzo del 2007, que me vino a la memoria su cálida mirada.

Sin saber por qué motivo, y tan solo en un instante, me sumergí en el proceloso mundo de internet por si me podía dar alguna pista sobre su paradero.

Había pasado demasiado tiempo sin tener noticias suyas y su recuerdo se encendió en el momento más inoportuno.

Encontré un nombre, entre muchos, que podría corresponder al suyo y comencé a escribirle sin sentido alguno. Lo hice quizá por contener la desdicha del paso del tiempo o quizá por rejuvenecer unos años equivocadamente. Quién sabe.

Lo que sí sé es que le escribí al encontrármela perdida en mi memoria con la sana intención de saber si estaba viva. Pero, tras releer lo escrito, comprobé que eran unas letras dirigidas más bien para mí y mis circustancias que para que ella las leyera.


martes, 3 de marzo de 2009

Silencio



Y es que ni te imaginas lo que me suponía el que se pudiera abrir una puerta, aunque tan sólo fuera por hablar desde la distancia, ya que ésta se encontraba cerrada desde hacía mucho tiempo; más concretamente cuando un día la cerré por uno de esos caprichos que nos brindan los corazones a medio escribir. Por eso le remarqué mis recatadas intenciones, sobre todo por las consecuencias que una mala interpretación pudiera acarrear en el supuesto caso que me reconociera, claro:

"lo intentas hacer con el sigilo necesario para no despertar a los sueños de su eterno letargo, porque los sueños, sueños son y hay que dejarlos tranquilos."

viernes, 27 de febrero de 2009

Raindrops keep falling...



Por esas cosas que pasan, de repente, brotó en mi la desazón y el tormento de los momentos inciertos por si me abandonaba al albur del destino. Había algo dentro de mí que me empujaba a que no me guardara eso. Tan sólo quería conocer si existía, sin más pretensión, en un principio, que la de saber de ella ¿A quién podría herir yo por un simple saludo? Realmente no quería comenzar un diálogo estéril e imposible por nuestras circunstancias ya consolidadas desde hacía más de una década:

- "No es ni una tremenda locura, ni siquiera una ligereza propia de un imprudente impúberzuelo", me repetía constantemente para intentar justificarme.

Intuía, por lo visto en la Red, que ella vivía desde hacía mucho tiempo en un presente maravilloso. “Igual que el mío”, pensé, aunque en ese tiempo no osara, ni oso, quizá por precaución, a calificarlo como extraordinario. Por eso me extraña, todavía (o no), que en esos instantes inusitados para esta alma casi atormentada hubiera algo que me empujara a romper con todos los cánones de la cordura. Para mí, que nunca me he considerado ni un ejemplo de intrepidez, ni mucho menos de ser un locuaz aventurero, el mero hecho de dar un paso hacia el abismo de lo desconocido me causaba un pavor infinito.

jueves, 26 de febrero de 2009

For once in my life

Y pasaron los días, las semanas y los meses... Sucedió lo que normalmente ocurre en casos como éste: un silencio atronador que me condujo, poco a poco y de nuevo, a la extraña normalidad que estaba viviendo.

Pero hete tú aquí que, transcurrida esa enajenación pasajera, cuando se había enfriado la calentura de los juegos que conducen a ella, y ya en la decrepitud del año que se fue, se me apareció en una tarde fría y triste; triste, pero festiva; más concrétamente en el último día del año. Cuántas veces había deseado ese momento y qué pronto había llegado aunque hubieran pasados ya varios meses.

La coincidencia podría haberla envuelto con el velo de lo místico, la casuística y la numerología; podría haberle puesto apellido y tratarla como el epílogo a un año dedicado a ella, siempre desde ese prisma decimonónico que escondo algunas veces hasta de mí. Pero me limité, simplemente, a intimarlo todo con una media y estoica sonrisa...

El encuentro fue como la tarde: silente pese al murmullo. Había llegado a tal extremo que nunca imaginé que era capaz de hacerse carne y que realmente habitara entre nosotros. De ahí mi media sonrisa, esa que discurre entre lo patético y la sorpresa, y de ahí, como no, la segura sonrojez de mis mejillas, el gusanillo en el estomago y la típica flojedad en las piernas de los encuentros importantes. Yo iba cogido de la mano de mi niño y no él de mí, que es como verdaderamente sucede la mayoría de veces. Ella, se me apareció conduciendo un carricoche de bebé, sin más, desde el fondo del escenario, haciendo mutis, pero al revés. Nos saludamos extrañados y nos preguntamos por nuestras vidas en unos breves y, sin embargo, sempiternos segundos. Yo sabía más de ella que ella de mí, y quizás por ello, fui incapaz de susurrarle nada al oído:

–“Bobby Darin, pensé, estará en el Savoy tomándose un whisky con Alvite y Enrnie Loquasto”...

Nos deseamos un buen año, como el que se desea un feliz todo. Y nos despedimos...

De regreso, sin dejar de mirar hacia atrás, pero sin mirar, me vino a la memoria el inicio de la carta anónima que le escribí al aproximarse los idus de marzo:


“No sé que tienen algunos hombres que al alcanzar la felicidad plena quieren encima que le bese la Luna...



martes, 24 de febrero de 2009

La vie en rose





Hace un año le escribí al firmamento. No esperaba nada de la nada. Un día, sin embargo, sin saber por qué, sonó al fondo tenuemente una música de película que me dejó en paz conmigo mismo. Fue tan solo un instante.

El guiño me tranquilizó al saber que al otro lado la vida felizmente continuaba. Dos caminos paralelos, muy distanciados, pero que al menos en mi caso todavía me venía de vez en cuando a la memoria. Deseaba, entrañablemente y sin más, que le fuera tan bien como me iba a mí transitando por el mío.

miércoles, 18 de febrero de 2009

La Luna

"No sé que tienen algunos hombres que al alcanzar la felicidad plena quieren encima que le bese la Luna.

Existe una estrella que, aun brillando mucho al haber formado parte de tu vida, no te das cuenta que ha estado ahí hasta que una noche vuelves a mirar al cielo.

Y a lo que tan solo aspiras, tras el paso del tiempo y la felicidad conseguida, es que cada vez que vuelvas a levantar la mirada puedas llegar a reconocerla, para que con los ojos vidriosos por la lágrima contenida puedas decirle desde el infinito que hay momentos en los que todavía te acuerdas de ella.

Una aspiración sencilla, ya que lo menos que te apetece es que cambie el status quo del firmamento. Y por ello, cuando te acercas de puntillas a la balaustrada que te separa del abismo que oscurece la noche, lo intentas hacer con el sigilo necesario para no despertar a los sueños de su eterno letargo;  porque los sueños, sueños son y hay que dejarlos tranquilos. Pero es inevitable sujetar, una vez has llegado allí, el grito sordo que se te escapa del alma para ver si el eco te responde. Es tan solo para comprobar que sigue vivo y que ha perdonado aquella vez en la que contestó, pero fue despreciado con el silencio.

Me despido con el deseo de que la vida te sonría como lo hace conmigo y con la esperanza de que la imagen de un encuentro casual por la calle, mientras llevo cogido de la mano a mi niño y con el murmullo de fondo de "Beyond the sea", cantada por el gran Bobby Darin, se quede en el mundo de lo onírico, porque sé que, si los sueños se hacen alguna vez realidad, seré incapaz de susurrarte al oído que fui yo el Cary Grant que un día te vió brillar en el firmamento. Aquel hombre feliz que un día quiso que le besara la Luna".



miércoles, 14 de enero de 2009

William Rutland




Le escribí más a parte de ésto. Algo etéreo, romántico y bastante infantiloide. Me disfracé de Cary Grant, más concretamente de su personaje de “Apartamento para tres”: William Rutland. La película no es que esté entre mis favoritas, ni siquiera el personaje que interpreta el actor inglés. El prosaico y único motivo que me llevó a elegirlo es porque el nombre del protagonista era uno de los pocos que quedaban libres en el ‘Gmail’. Y lo hice, entre lo estético y lo pueril, para pasar desapercibido. No quería dejar demasiadas pistas, ni siquiera aludir a canciones, películas, gustos y momentos determinados de aquella época por si pudiera haber una conexión indeseada. Tan solo hubo una referencia que no pude resistir a que apareciera: “Beyond the Sea” del inolvidable Bobby Darin. Sabía que por aquellas fechas no me dedicaba todavía a mitificar la música americana de los 50’:


Somewhere beyond the sea
somewhere waiting for me
my lover stands on golden sands
and watches the ships that go sailing
Somewhere beyond the sea
she's there watching for me
if i could fly like birds on high
then straight to her arms
i'd go sailing...