Con la alegoría de la "Juventud" terminé la carta para no pronunciar su nombre. Se la escribí al amigo, a ese que conoce mejor que tú todas tus aflicciones.
La clandestinidad me sumía en una desconfianza continua y me proporcionaba un miedo atroz a ser descubierto. Me tenía atenazado. Quería gritarlo y enseñárselo, además de a mi confidente, a todo aquel que tuviera la capacidad justa para comprender que todavía no había perdido el norte.
Para mí era un juego interior, un escribir por escribir que no afectaba de ninguna manera a mi estabilidad emocional. Era una satisfacción personal, algo propio para consumo interno, aunque supiera que llegaría el momento que no sería capaz de guardarlo eternamente.
Vacilaba entre una cosa y otra cuando me acordé de otro escrito. Uno que realicé en otro momento posterior de efervescencia. Este se quedó en el tintero del correo electrónico y nunca le fue lanzado. Tanto silencio por su parte multiplicaba mi creatividad y me daba juego para seguir escribiendo tonterías. Comenzaba así:
"En este tiempo, en el que escribir se ha convertido en algo anacrónico y pasado de moda, se hace raro que alguien vestido con la etiqueta de la honradez y la dulzura se pueda dirigir a ti para dedicarte un susurro de existencia, unas letras escritas desde el corazón por el simple hecho de haberte conocido..."
La clandestinidad me sumía en una desconfianza continua y me proporcionaba un miedo atroz a ser descubierto. Me tenía atenazado. Quería gritarlo y enseñárselo, además de a mi confidente, a todo aquel que tuviera la capacidad justa para comprender que todavía no había perdido el norte.
Para mí era un juego interior, un escribir por escribir que no afectaba de ninguna manera a mi estabilidad emocional. Era una satisfacción personal, algo propio para consumo interno, aunque supiera que llegaría el momento que no sería capaz de guardarlo eternamente.
Vacilaba entre una cosa y otra cuando me acordé de otro escrito. Uno que realicé en otro momento posterior de efervescencia. Este se quedó en el tintero del correo electrónico y nunca le fue lanzado. Tanto silencio por su parte multiplicaba mi creatividad y me daba juego para seguir escribiendo tonterías. Comenzaba así:
"En este tiempo, en el que escribir se ha convertido en algo anacrónico y pasado de moda, se hace raro que alguien vestido con la etiqueta de la honradez y la dulzura se pueda dirigir a ti para dedicarte un susurro de existencia, unas letras escritas desde el corazón por el simple hecho de haberte conocido..."
Mr. Rutland, qué canción más chula. Aunque prefiera la versión Sinatra este vídeo con la Kidman y Robbie Williams no deja de tener su gracia.
ResponderEliminarLo puse por eso. Yo también prefiero la de Sinatra u otras, que puede ser esta canción una de las más versionadas, pero no cononcía el vídeo y al buscar alguno para acompañar la entrada, me pareció bastante gracioso para insertarlo en ella.
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