Cuando recibes la misiva es normal que te surja la duda de las intenciones de quién ha estado al otro lado del folio y te imaginas que quiere algo más que saludarte. Pero no todo el mundo es igual. Los hay que tan solo se acercan temerosos para ver si ha habido muchos cambios en la vida, para saber si la felicidad que te acompañaba te sigue sonriendo y para decirte que quién te escribe se encuentra en uno de los mejores momentos de su existencia.
Se hace desde el más fino anonimato para no ser reconocido, ya que, quizá, no se entendería el porqué de este acercamiento. Es la cobardía de lo desconocido, algo que a uno siempre le ha ido acompañando, el pánico a que se produzcan malentendidos, el miedo al cambio de todo aquello que has ido forjando para ser feliz por un simple saludo.
Mi fuero interno, por otro lado, está deseando que un halo de luz te ilumine para que desde la distancia esboces una sonrisa cómplice al reconocerme. Seguro que entonces comprenderías bien mis intenciones que no son más que las de hacerte ver que en el mundo hay quien te recuerda con cariño. El escribir es como un grito a los cuatro vientos, aunque el silencio sea lo único que se escapa de tu boca. Por eso, si me reconocieras, no digas nada y guárdatelo para ti. El regalo de un guiño escrito sería mi auténtico consuelo."